Sami al-Haj liberado de Guantánamo
01 de mayo de 2008
Andy Worthington
Tras cuatro meses y medio de inexplicable inercia, la administración estadounidense ha
considerado finalmente oportuno liberar a otro grupo de presos de Guantánamo,
entre ellos el camarógrafo y periodista sudanés de al-Jazeera Sami al Haj. A
pesar de las afirmaciones desde dentro de la administración de que esperaba
reducir la operación en Guantánamo, no se ha liberado a ningún preso desde
diciembre de 2007, cuando fueron excarcelados otros dos
presos sudaneses, 13 afganos,
diez saudíes
y tres residentes
británicos.
En cambio, un preso murió
-de cáncer- y otro fue
trasladado de hecho a Guantánamo desde una prisión secreta gestionada por
la CIA. Mi sospecha, de la que he hablado, pero sobre la que no he escrito
hasta la fecha, era que, tras anunciar
en febrero que seis presos presuntamente relacionados con los atentados del
11-S iban a ser juzgados por una Comisión Militar en Guantánamo, la
administración estaba encantada de dar largas a la suerte de los
aproximadamente 200 prisioneros (de los 272 restantes) que probablemente nunca
se enfrentarán a un juicio, en la creencia probablemente errónea de que los
juicios del 11-S -que, inevitablemente, estarán plagados de acusaciones de
tortura- asegurarán el legado de la administración Bush y desviarán la atención
de estos otros hombres.
El preso de Guantánamo más célebre en Oriente Medio -si no en Occidente-, Sami, de cuya historia
informé ampliamente aquí
hace sólo unas semanas, fue capturado por las fuerzas paquistaníes el 15 de
diciembre de 2001, al parecer a instancias de las autoridades estadounidenses,
que sospechaban que se había entrevistado con Osama bin Laden. Al igual que
gran parte de su supuesta información de inteligencia, resultó ser falsa, pero
como explicó el año pasado su abogado, Clive Stafford Smith, director de la
organización benéfica de acción legal Reprieve
(que representa a Sami y a otros 34 presos de Guantánamo), "nómbrame a un
periodista que rechazaría una primicia sobre Bin Laden".
Como periodista de formación, las revelaciones de Sami sobre los horrores de Guantánamo no han
tenido parangón. Sometido a la autorización de los censores del Pentágono, sus
cartas y sus conversaciones con sus abogados en Reprieve han arrojado luz sobre
el abuso del Corán, los intentos de suicidio, las huelgas de hambre y el número
de menores recluidos en la prisión.
Durante los últimos 16 meses de su encarcelamiento, Sami estuvo en huelga de hambre. Aunque la ética
de la profesión médica estipula que una persona mentalmente competente en
huelga de hambre no puede ser alimentada a la fuerza, las autoridades
estadounidenses no estaban de acuerdo. Dos veces al día, durante los últimos
480 días, Sami fue atado a una silla de inmovilización, sujeto con 16 correas
distintas, y alimentado a la fuerza contra su voluntad mediante una sonda
introducida en su estómago a través de la nariz.
Al conocer la noticia de su liberación, Clive Stafford Smith declaró: "Es una noticia
maravillosa, que debería haberse producido hace mucho tiempo. La administración
estadounidense nunca ha tenido motivos para retener al Sr. al-Haj y, en cambio,
se ha pasado seis años intentando descaradamente ponerlo en contra de sus
empleadores en al-Jazeera. Desde Reprieve le enviamos nuestros mejores deseos
para que se reúna con su esposa y su hijo Mohammed, de siete años, al que no ha
visto desde que Mohammed era un bebé."
También quedaron en libertad -a reserva de confirmación final- otros dos presos sudaneses, un
marroquí y seis afganos, de cuyas historias informaré en los próximos días.
Nota: El número de preso de Sami era ISN 345. Para más información sobre su historia, véase aquí,
aquí
y aquí.
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